Un nuevo dia.

Riza escuchó atentamente las condiciones Roy Mustang. Al decir lo de trabajar para él y un sitio donde comer se le estremeció el cuerpo.

"Ya me veo con todas las chicas en mi casa -.-'. Eso me pasa por bondadosa." - pensó.

- ¡De acuerdo Coronel! - desapareció hacia dentro el cuertel.

-Bueno... siempre que no deba quedarme en la rsidencia militar.- Dije, y saqué una cartera del bolsillo, lanzándosela al coronel. Cabe decir que ignore a la chica deliberadamente.

Al cabo de unos minutos Riza volvió. Iba acompañada por dos enfermeras y un agente que llevaba dos bocatas. El hombre se asustó al verla y dio una pasa hacia atrás. Al parecer era uno de los que había estado a punto de herir.

- Tranquilo... no pasa nada. - dijo. - Ya puedes acercarte.

Mientras ellos iban hacia la chica. Rize se acercó a Roy.

- ¿Es que quieres ponerlo todos en el ejército o que? - ese asunto le preocupaba.

A pesar del orden que me habían dicho, lo primero que hice fue asaltar un bocata e ignorar, aunque lo escuchase en verdad, lo que sucedía a mi alrededor.

(mode 1ª persona ON)

Pero que morro tiene Mustang. Siempre los problemas para los demás. Robin, Emily y ahoar es chica de qui no conocía el nombre.

- Ni de coña. - le solté. - ¿Los problemas para mi? ¿Cuánta gente crees que cabe en mi piso de solterona? Lo de Robin y Emily aun... fui yo quien dio la idea. Pero esta chica fuiste tú, así que te encargas tú de buscarle un alojamiento.

Le miré a los ojos y añadí.

- Y cuidado que haces con ella, si le das alojamiento, que sea digno.

-Bueno.- Dije, encogiéndome de hombros. Sería mucho más fácil eludir a un solo tío después de todo.

-Oh perdón, se me había olvidado. Me llamo Evelyne Evans.

Suspiré con aburrimiento y dije:

-Yo no necesito que me curen.- Dicho esto puse el papel en el suelo y reparé el agujero.

-Oye, chica, ¿porque te has alterado tanto en el combate?- Le pregunté a la alquimista, sentía uriosidad.

-Bueno, mérito sí, pero creéme, si supieras la mitad de lo que yo sé no habrías ni pensado en hacerte alquimista nacional.- Dije con cierto pesar.

-Si me invitas a cenar seguimos hablando.- Dije con todo el morro del mundo, aunque también era una forma de decir que en público no iba a hablar. No sabía porque, pero me daba la sensación de que, a pesar de estar con los militares, aquella chica era de fiar.